Mensaje del coronavirus a la humanidad-perifrasis verbales

Hola a todos. Mi nombre es Coronavirus pero mis amigos me llaman COVID-19 y no soy un marciano. Soy el más jóven de la familia y tengo seis hermanos. Acabo de llegar a este mundo y  no os podéis imaginar cómo ha cambiado todo desde mi llegada. Ya me conocen en todos los países e, incluso, en los lugares más remotos. Yo mismo no me puedo creer el éxito que estoy teniendo. Una noticia importante que os quiero
dar es que he venido para quedarme. 

Como os decía al inicio de mi carta, sigo impactando la vida de la gente cada día, de la manera más variada. Desde hace tres meses he modificado los hábitos de la gente, las relaciones interpersonales, además de la economía global. Por poneros un ejemplo, muchas personas han dejado de reunirse en lugares públicos para evitar contagiarse. Antes de mi llegada la gente en España se saludaba con dos besos, pero ahora los
españoles han dejado de besarse, e incluso de darse la mano, porque así es como yo me multiplico y contagio a otros por contacto directo. ¡Pero no hay que desanimarse, hombre! Acaban de inventar maneras mucho más originales de saludarse y menos peligrosas. En China han vuelto a seguir las tradiciones y ahora se saludan inclinando la cabeza ligeramente. En Italia también propusieron introducir el saludo romano como
alternativa temporal, levantando la mano. No obstante, el más divertido de todos es el saludo Wuhan shake, importado desde China,  que consiste en chocar los pies. La gente empieza a usar mascarillas para salir a la calle, hacer la compra y viajar en metro, pero esta medida no es muy efectiva si no va acompañada de un lavado de manos frecuente. Aunque todas estas nuevas medidas también han creado dramas personales. Ayer escuché  una historia muy desagradable sobre mí. Un chico contaba: «Por culpa del coronavirus he pasado una vergüenza horrible. Ayer fui al servicio en un centro comercial y abrí la puerta con el codo, levanté la taza del váter con el pie, tiré de la cadena con la rodilla y abrí la puerta del servicio otra vez con el codo. Iba caminando por el centro comercial sin tocar nada ni a nadie y, de repente, me di cuenta de que olvidé, hmmm, de guardar la parte más importante de mi cuerpo en el pantalón.». Yo, personalmente, me alegro de su drama. ¿Por qué? Pues porque estoy harto de que la gente piense que esto es una broma. Soy muy, pero que muy contagioso y por eso mismo más peligroso que la gripe común. Además, no hay vacuna para mí en estos momentos. Llevo mucho tiempo repitiéndo lo mismo a la humanidad: ¡Quedaros en casa! Dejad de salir a la calle, terminad de organizar las
cosas que no tenéis tiempo de hacer en casa habitualmente, empezad a pasar más tiempo con vuestras familias, seguid estudiando español. De esta manera me iré antes y vosotros seguiréis haciendo vuestras vidas de manera normal.

¡Mucha salud a todos!